martes, 15 de abril de 2008

La inmigración irlandesa en el siglo XIX

Aporte de: María González Rouco Lic. en Letras UNBA, Periodista Profesional Matriculada http://www.monografias.com/trabajos13/irlandes/irlandes.shtml

La inmigración irlandesa que llegó a nuestro país desde 1840 fue:
“Pueblo de agricultores y de pastores, los irlandeses han unido en una misma tradición, el origen celta, la influencia vikinga, la fe en San Patricio, el terror a Cromwell y el heroísmo intrépido de aquel general Sarsfield, antepasado del autor de nuestro código civil. Al promediar el siglo pasado, diversas razones lanzan a un millón de irlandeses a la emigración. Muchos vinieron a la Argentina. Ya se sabía, en Irlanda, que era ésta una tierra hospitalaria” (1).
En su libro “Cómo fue la inmigración irlandesa en Argentina”, Juan Carlos Korol e Hilda Sábato sostienen que los inmigrantes:
“Ya desde 1840 comenzaron a llegar desde Irlanda. Empujados por el hambre, la pobreza y el afán de buscar nueva fortuna; atraídos por un país en crecimiento, desconocido pero promisorio, lejano pero posible. Pocas décadas más tarde constituían una comunidad rica e influyente, que pasó a formar parte de esa sociedad compleja y heterogénea que se fue dibujando en el Río de la Plata a fines del siglo XIX”.
Los ensayistas señalan que la década de 1840 es un período clave en el proceso de inmigración, pues:
“En ese momento Irlanda atraviesa una profunda crisis, que agrava la situación socioeconómica de ese país y desata una corriente de emigración, contribuyendo a acelerar las tendencias estructurales que caracterizaban a la sociedad irlandesa a principios del siglo XIX”. Y aunque la emigración no es un hecho nuevo –agregan-, “es a partir de la hambruna que el proceso adquiere características de éxodo masivo de población” (2).
Con motivo del 152° aniversario de la Hambruna de Irlanda, el periódico Viajero Celta publicó a modo de homenaje un fragmento de un relato de Doreann Mc Dermott, quien fuera catedrática de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza. Mc Dermott considera que:
“Muy arraigados a su tierra, y con escasa inclinación a emigrar, es posible que la clase obrera y campesina nunca hubiese abandonado su país de no haberse producido la gran catástrofe de los años 1845 a 1849. Pero esos años fueron fatídicos y decisivos. Parecía como si de pronto todas las fuerzas de la naturaleza se hubieran confabulado para dar al traste con un pequeño país que, tras siglos de abandono y mala administración, carecía enteramente de reservas. Los verdes campos asolados por la terrible plaga de la papa; epidemias de tifus y escorbuto diezmando cruelmente a la población. En el breve período de aquellos cuatro años, dos millones aproximadamente de sus pobladores perecieron a causa del hambre o las fiebres, ya en su propia tierra, ya en el curso de los espantosos viajes a que les llevó el intento de salvarse” (3).
En 1845 la roya, plaga de la papa, ataca a la especie afectando una parte de la cosecha –escriben Korol y Sábato-: pero al año siguiente la pérdida es total. El hambre se expande. En 1848 la situación se agrava por una mala cosecha de granos, y si bien la roya va disminuyendo, continúan sus efectos, aún hasta 1850” (4).
Hacia el sur
Korol y Sábato consideran que había muchas desventajas en la elección de la Argentina como país para emigrar:
“Por una parte, una lengua diferente, costumbres desconocidas, y una cultura totalmente ajena a la propia aparecen como problemas adicionales a los que el traslado y el desarraigo imponen de hecho al que decide emigrar. Por otra parte, la distancia que separa a Irlanda de nuestro país se convierte en obstáculo insalvable para los sectores más pobres, que generalmente no pueden llegar más allá de Inglaterra, o con mucha suerte consiguen un pasaje para América del Norte. Finalmente, la infraestructura que se crea para fomentar y facilitar la emigración desde Irlanda hacia países de raíz anglosajona no puede compararse con la precaria organización que promueve el traslado de irlandeses hacia el Plata”.
“En general –explican- es la relación más o menos casual del futuro migrante con el núcleo de irlandeses que reside en Buenos Aires uno de los factores determinantes en su decisión de trasladarse al Plata”. Esa relación se denomina “cadena migratoria” y –según John Mc Donald- se la puede definir “como el movimiento por el cual los migrantes futuros, toman conocimiento de las oportunidades laborales existentes, reciben los medios para trasladarse y resuelven su alojamiento y su empleo inicial, por medio de sus relaciones sociales primarias con migrantes anteriores” (5).
Baily sostiene que:
“La mayoría está de acuerdo en que esencialmente, el concepto se refiere a los vínculos personales entre la familia, amigos, paisanos, tanto en la comunidad de origen como en la receptora los que influyen en la destinación, el asentamiento, las ocupaciones, la movilidad y la interacción social. Lo importante aquí es que el uso del concepto, más que ninguna otra idea en particular, nos permite aumentar el nivel de predicción en lo que se refiere a la operación del proceso migratorio, incluyendo la naturaleza de los patrones de residencia” (6).

La ruta




Imagen: www.irlandeses.org/



2 comentarios:

robmgerry dijo...

Soy Roberto Gerry y me parecio muy interesante tu blog. Soy descendiente de "alguien" del Reino Unido, pero aun no descubro el lugar de donde vinieron. Te agradecería si tenes listas de pasajeros llegados durante el siglo XIX. Mi mail es robmgerry@gmail.com
Desde ya gracias, y continúa con este excelente blog.

Roberto

VLR dijo...

Roberto: la información de mi blog y de mis antepasados irlandeses la construí con relatos de mi madre y datos que lei en el sitio:
http://www.irlandeses.org/
es excelente, de allí saqué las listas de pasajeros con el nombre de mis antepasados. Valeria